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martes, 7 de agosto de 2007

# 1 # Para empezar... diré que es el final

No es fácil comenzar a escribir un blog. Las primeras palabras, miradas en perspectiva, siempre resultarán ridículas, o cuanto menos, demasiado inocentes. Pero al menos sirven para romper el hielo.

Si no hay nada más interesante que decir, si no hay palabras que luchen por salir de mi mente, ¿por qué entonces me decido ahora a darles forma? Supongo que porque necesito aferrarme a algo. Volver a ser constante. Y porque me encuentro en una etapa de mi vida en la que necesito dar un sentido y un orden a todo lo que me ocurre.
Dentro de unas semanas abandonaré Madrid, la ciudad que me ha acogido durante los últimos cinco años, con un destino que lleva rondando por mi cabeza desde que era un adolescente, desde mucho antes incluso de que Madrid fuese una posibilidad realista. El otoño Londinense, al que he idealizado gracias al visionado de muchos films que tienen tanto de verdad como queramos creer, me espera con sus fríos brazos abiertos, y todo mi mundo, la vida que conozco, quedará en suspenso durante un tiempo indefinido, hasta que me decida a encontrar eso que no sé que estoy buscando.

Todo el mundo me hace las mismas preguntas: ¿por qué Londres? ¿Por qué ahora? Y cada vez que me las hago a mí mismo, me vienen a la cabeza nuevas respuestas, aunque eso no signifique siempre que sean más convincentes. Con una carrera dando los últimos coletazos, pero con una experiencia laboral escasa y, sobretodo, con una formación académica que deja bastante que desear, una temporada alejado de lo que ha sido mi vida los últimos años parece la opción más inteligente, antes de dar un paso en falso y verme atado a un trabajo que en realidad no me gusta, o volver a gastarme un dinero que no tengo buscando ampliar mis conocimientos, para descubrir luego que el dinero no es capaz de pagar nada de eso. Y ahora parece ser el único momento adecuado para hacerlo.

Y sí, porqué no admitirlo, supongo que en el fondo hay muchas cosas de esta ciudad de las que necesito huir, de las que necesito alejarme, y puede que el mejor escondite sea esa ciudad en la que llevo años pensando como si fuese una sueño inalcanzable. Siempre he pensado que un lugar nunca puede ser un sueño a alcanzar, pues una vez que uno está allí el sueño pierde su sentido, y con ello la magia de soñar.

Hace tiempo que perdí la ilusión, que perdí mi camino, y que no encuentro en nada las ganas de hacer cosas y de superarme a mí mismo que creía que nunca me abandonarían.Quizá sea una temporada fuera lo que necesito para ser consciente de todo lo que tengo, y de lo que me arriesgo a perder si no cambio. O quizá el simple hecho de echar de menos sea suficiente para darme cuenta de donde está mi sitio.

En cualquier caso, llega el momento de los finales. De adioses que se venían venir, y de despedidas que espero que tengan sabor de 'hasta luego'. Pero también comienzan muchas cosas, algunas de las cuales jamás creí que pudieran hacerse realidad. Llega el momento de volver a creer en mí mismo, de empezar de cero de nuevo.
Y como ya dije una vez, eso me asusta... pero me encanta.


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