-Por supuesto que os echo de menos. – decía cada vez que su madre le regañaba por ser tan desapegado. Y no mentía al decirlo, pero ya iban a ser dos años, no, tres años recordó desde que llegó con tan solo sus maletas y toda la ilusión a aquella ciudad.
Al principio solo se tenía a él, ¿y que más necesito? – pensó, había logrado sobrevivir toda su vida sin nada mas y ahora ya tenia un sitio al que llamar hogar allí, sentía como si perteneciese a algo, aunque solo fuese un pequeño espacio en la amplia extensión del universo, y ese era su pequeño espacio y allí era donde se sentía a gusto, donde se sentía bien y desde allí echaba de menos a su familia, a los amigos que había dejado atrás, a todas las personas que habían pasado por su vida hasta ahora y donde disfrutaba con todas las que estaban ahora en ella.
Se giró para echar un ultimo vistazo y allí le vio, su mejor amigo, con el que había compartido tantas cosas, tantos sentimientos una se esas personas que ni la distancia puede separar, solo los malditos controles de seguridad que impedían que ambos disfrutasen de sus ultimas risas juntos hasta que el avión le llevase de vuelta a su pequeño espacio para seguir con su vida normal. Le veía sonreír mientras le decía adiós y repetía que la próxima vez no sería en ese aeropuerto donde se verían. Fue cuando le perdió de vista cuando supo lo mucho que ya le echaba de menos, a él y al resto de gente que en esos días había vuelto a ver.
Caminaba por la terminal sin rumbo determinado, el vuelo aún tardaría en salir y prefería caminar, su música en los auriculares y los rostros sonrientes de sus amigos en la cabeza.
-Estas más delgado – había dicho mamá.
-Te veo mas gordo – había dicho la abuela.
-Échame un poco de menos – había dicho su amigo
-No os echaré nada de menos – había mentido él.
Sonría recordando cada minuto de esos últimos días y trataba de guardarlos para llenar con ellos las paredes de su pequeño espacio, era feliz después de mucho tiempo sabía que era feliz y de repente los cimientos temblaron.
Era como si el darse cuenta de ello hubiese desencadenado algo en el universo, como si hubiese echo que todos los planetas se alineasen para volverse en su contra y ponerle frente a él la mas hermosa y la mas dañina de las sonrisas. Se quedo quieto, como los niños pequeños cuando quieren que alguien no les vea y piensan que son invisibles y así pasaran desapercibidos, y lo pensó y lo pensó y lo pensó hasta que se dio cuenta que ya no era un niño nunca más.
- Hola…
- …Hola…- no era invisible.
- Estas muy cambiado
- Tú sigues como siempre
- ¿Te vas de vacaciones?
- No, vuelvo a mi casa, ya no vivo aquí ¿y tu?
- También.
Nunca había sabido llevar una conversación incomoda y aquella estaba siguiendo todos los pasos para acabar de esa forma.
- Debería irme, creo que no tardará en salir mi avión.
- ¿A dónde vas?
- A comprobar la hora del vuelo
- No, me refiero que donde vives ahora
- Vuelo EJ548 – y vistiendo la mejor de las sonrisas que podía mostrar en ese momento se fue.
Caminaba rápido pero no lo suficiente para que se diesen cuenta que quería estar en cualquier otro sitió que fuese aquel. No quería volver a ver el rostro que golpeaba con fuerza los cimientos de su recién descubierta felicidad, no quería oír esa voz que le helaba la sangre y respirar ese olor que le encogía el corazón.
- Te echo de menos – eso era lo que menos quería oír de todo. Se giró y le vio de nuevo frente a él, le miró a los ojos y apartó la vista inmediatamente, no quería ver como comenzaba a llorar y no quería que él comenzase a llorar tampoco. – Desde el momento en que te vi frente a mi, hace unos minutos me di cuenta de lo mucho que te he echado de menos.
- Ahora no… ya no…
- ¿Por qué no?, es como si me diese cuenta que todos estos años, esto que he estado buscando, esto que sentía que me faltaba…te lo hubieses quedado tu, y al verte… no se… al verte…
-Ya no…ya no lo digas. Ya ha pasado nuestro momento, podría caer ahora de rodillas y decirte lo mucho que te quise, lo mucho que te quiero y lo mucho que te querré, pero se que si lo hago me volverás a hacer daño, porque eso es lo que nos pasa. No quise darme cuenta de ello pero ahora lo se, eres la parte vital en todo este juego, me has hecho tanto daño que ya no quiero recuperarme, siempre estarás ahí en cada esquina, en cada fotografía que tome, con cada rayo de sol. Siempre habrá alguna canción que me traiga tu recuerdo a la mente, pero ¿sabes que es lo mejor de todo?, que ahora entiendo que precisamente tú eres el puente que me lleva a mi felicidad, quien me hace sentirme vivo. Durante mucho tiempo trate de olvidarte y es ahora, cuando te veo, que se que recordándote podré ser feliz. Adiós
No le dejó tiempo a responder, ahora si llevaba una sonrisa sincera. Ahora todo estaba bien. Volvió a ponerse los auriculares y ahí estaba esa canción pero ya no podía dañarle, ya no. Sacó el dni y la tarjeta de embarque.
- Que tenga un buen vuelo.
- Gracias, lo tendré.