THOUSANDS OF FREE BLOGGER TEMPLATES »

jueves, 30 de agosto de 2007

# 8 # Cuento para Dany


Este es un cuento que me escribió hace unos días mi gran amigo Pol, inspirado por una de mis canciones favoritas, el tema 23, del grupo Jimmy Eat World:


Era la segunda vez que pisaba el aeropuerto en lo que llevaba de año, con el tiempo los viajes se habían ido espaciando más y más hasta tal punto que a veces hacía dos o tres visitas a casa.


-Por supuesto que os echo de menos. – decía cada vez que su madre le regañaba por ser tan desapegado. Y no mentía al decirlo, pero ya iban a ser dos años, no, tres años recordó desde que llegó con tan solo sus maletas y toda la ilusión a aquella ciudad.


Al principio solo se tenía a él, ¿y que más necesito? – pensó, había logrado sobrevivir toda su vida sin nada mas y ahora ya tenia un sitio al que llamar hogar allí, sentía como si perteneciese a algo, aunque solo fuese un pequeño espacio en la amplia extensión del universo, y ese era su pequeño espacio y allí era donde se sentía a gusto, donde se sentía bien y desde allí echaba de menos a su familia, a los amigos que había dejado atrás, a todas las personas que habían pasado por su vida hasta ahora y donde disfrutaba con todas las que estaban ahora en ella.


Se giró para echar un ultimo vistazo y allí le vio, su mejor amigo, con el que había compartido tantas cosas, tantos sentimientos una se esas personas que ni la distancia puede separar, solo los malditos controles de seguridad que impedían que ambos disfrutasen de sus ultimas risas juntos hasta que el avión le llevase de vuelta a su pequeño espacio para seguir con su vida normal. Le veía sonreír mientras le decía adiós y repetía que la próxima vez no sería en ese aeropuerto donde se verían. Fue cuando le perdió de vista cuando supo lo mucho que ya le echaba de menos, a él y al resto de gente que en esos días había vuelto a ver.


Caminaba por la terminal sin rumbo determinado, el vuelo aún tardaría en salir y prefería caminar, su música en los auriculares y los rostros sonrientes de sus amigos en la cabeza.


-Estas más delgado – había dicho mamá.
-Te veo mas gordo – había dicho la abuela.
-Échame un poco de menos – había dicho su amigo
-No os echaré nada de menos – había mentido él.


Sonría recordando cada minuto de esos últimos días y trataba de guardarlos para llenar con ellos las paredes de su pequeño espacio, era feliz después de mucho tiempo sabía que era feliz y de repente los cimientos temblaron.


Era como si el darse cuenta de ello hubiese desencadenado algo en el universo, como si hubiese echo que todos los planetas se alineasen para volverse en su contra y ponerle frente a él la mas hermosa y la mas dañina de las sonrisas. Se quedo quieto, como los niños pequeños cuando quieren que alguien no les vea y piensan que son invisibles y así pasaran desapercibidos, y lo pensó y lo pensó y lo pensó hasta que se dio cuenta que ya no era un niño nunca más.


- Hola…
- …Hola…- no era invisible.
- Estas muy cambiado
- Tú sigues como siempre
- ¿Te vas de vacaciones?
- No, vuelvo a mi casa, ya no vivo aquí ¿y tu?
- También.


Nunca había sabido llevar una conversación incomoda y aquella estaba siguiendo todos los pasos para acabar de esa forma.


- Debería irme, creo que no tardará en salir mi avión.
- ¿A dónde vas?
- A comprobar la hora del vuelo
- No, me refiero que donde vives ahora
- Vuelo EJ548 – y vistiendo la mejor de las sonrisas que podía mostrar en ese momento se fue.


Caminaba rápido pero no lo suficiente para que se diesen cuenta que quería estar en cualquier otro sitió que fuese aquel. No quería volver a ver el rostro que golpeaba con fuerza los cimientos de su recién descubierta felicidad, no quería oír esa voz que le helaba la sangre y respirar ese olor que le encogía el corazón.


- Te echo de menos – eso era lo que menos quería oír de todo. Se giró y le vio de nuevo frente a él, le miró a los ojos y apartó la vista inmediatamente, no quería ver como comenzaba a llorar y no quería que él comenzase a llorar tampoco. – Desde el momento en que te vi frente a mi, hace unos minutos me di cuenta de lo mucho que te he echado de menos.


- Ahora no… ya no…
- ¿Por qué no?, es como si me diese cuenta que todos estos años, esto que he estado buscando, esto que sentía que me faltaba…te lo hubieses quedado tu, y al verte… no se… al verte…
-Ya no…ya no lo digas. Ya ha pasado nuestro momento, podría caer ahora de rodillas y decirte lo mucho que te quise, lo mucho que te quiero y lo mucho que te querré, pero se que si lo hago me volverás a hacer daño, porque eso es lo que nos pasa. No quise darme cuenta de ello pero ahora lo se, eres la parte vital en todo este juego, me has hecho tanto daño que ya no quiero recuperarme, siempre estarás ahí en cada esquina, en cada fotografía que tome, con cada rayo de sol. Siempre habrá alguna canción que me traiga tu recuerdo a la mente, pero ¿sabes que es lo mejor de todo?, que ahora entiendo que precisamente tú eres el puente que me lleva a mi felicidad, quien me hace sentirme vivo. Durante mucho tiempo trate de olvidarte y es ahora, cuando te veo, que se que recordándote podré ser feliz. Adiós


No le dejó tiempo a responder, ahora si llevaba una sonrisa sincera. Ahora todo estaba bien. Volvió a ponerse los auriculares y ahí estaba esa canción pero ya no podía dañarle, ya no. Sacó el dni y la tarjeta de embarque.


- Que tenga un buen vuelo.
- Gracias, lo tendré.

miércoles, 29 de agosto de 2007

# 7 # No es otro estúpido post sobre series teen y pelis chicle: Gossip Girl


Pues sí, prosigo mi cruzada particular a favor de esas creaciones audiovisuales que tienen a adolescentes por protagonistas y a guionistas con mente de adolescentes por creadores. Y lo hago para hablaros de la series más esperada por el Mateo para el próximo otoño: Gossip Girl.

La traducción literal de Gossip Girl sería algo así como 'La chica de los chismes', (aunque a mí me molaría más llamarla 'La chica de los rumores que matan'), y más o menos, de eso va la serie: de la vida de unos adolescentes neoyorkinos podridos de pasta cuyas vidas, obras y milagros son seguidos por una misteriosa chica (la gossip girl del título) que describe todas sus andanzas en un blog que los niñatos ricachones siguen con la misma devoción que Paris a Pérez Hilton. La serie ha sido creada por Josh Schwartz, el creador de The O.C., esa gran serie que tuvo unos siete primeros capítulos brillantes y que luego calló en picado, muriendo lentamente durante 3 temporadas... Y es que se supone que la 'gran novedad' de esta serie es que va a mostrarnos las miserias de estos niños ricos y de su entorno, algo que ya empezó haciendo con los habitantes de Orange County antes de convertir la serie en un culebrón al uso carente de la garra, la frescura, y la mala leche de sus inicios.

Gossip Girl está basada en una serie de libros homónimos muy famosos en los USA que cuentan más o menos lo que cuenta la serie: cómo Serena (interpretada por Blake Lively, vista en esa peli chicle de la que no he hablado llamada Uno para todas),la chica más popular del insti, vuelve de un viaje por Europa al que se marchó huyendo de algo. En su ausencia, su mejor amiga Blair (Leighton Meester, que en todas las fotos promocionales pone la misma cara de imitar a Sarah Michelle Gellar en Crueles Intenciones)ha ocupado su trono y ahora es lo más de la high school. Los secretos compartidos de Serena y Nate (Chace Crawford), el novio de Blair, serán el punto de partida de todo. A ello se suman los hermanos Jenny (Taylor Momsen) y Dan (Penn Badgley, lo mejor de la difunta The Bedford Diaries), que no forman parte del mismo escalafón social que los demás personajes, y Chuck (Ed Westwick), el único que conoce el secreto Serena y Nate, y que no dudará en usarlo para sacar provecho de ello. Y todo ello narrado por Kristen Bell, alias Veronica Mars, la detective más bajita y atractiva de la historia de la televisión mundial...¡Ponle sexo light, ponle drogas light, ponle peleas de gatas hípermaquilladas y mamporros entre machotes sin camiseta, ponle mucho drama y mucha angustia existencial adolescente y ya tienes una serie de éxito!

El trailer de la serie pinta bien, dando a entender que va a ser un cóctel de The O.C., Sexo en NY, Chicas Malas y Crueles Intenciones, cuatro grandes creaciones audiovisuales de cuya mezcla puede salir algo muy bueno o muy malo, pero que yo me tragaré igualmente.


¿Un nuevo clásico catódico adolescente? La respuesta, a partir del 19 de Septiembre en el canal estadounidense CW... y en la mula más cercana.



# 6 # No es otro estúpido post sobre series teen y pelis chicle: Bratz. La película!!!

El viernes pasado Pol y yo quedamos para pasar una tarde viendo películas. Por problemas de esqueduel no nos fue posible llevar a cabo todos nuestros planes, que incluían tragarnos ese hit llamado High School Musical 2 (telepeliculón que comentaré cuando la vea por completo) y alguna otra peli petarda-chicle, para abrir boca ante el plato fuerte de la noche: acudir al estreno de esa maravilla cinematográfica llamada Bratz: La película.

Sí, querido(s) lector(es). Acudimos como dos quinceañeras en celo a ver el estreno más esperado del verano, y la espera, he de admitirlo, valió la pena. Y es que Pol y yo disfrutamos con cualquier cosa: con una foto de Michelle Pfeiffer en plan bruja fotosopeada, con el trailer de una peli con ese (nuestro) nuevo ídolo de masas llamado Zac Efron o con ver al yonkarra de Héroes diciendo que no es gay. Y eso eran sólo los preliminares. La película estaba a punto de comenzar...

Nota para el lector: voy a hablar de una Peli-chicle. Si quieres saber lo que es, presiona aquí y lee ENTERO mi post, donde hay una parte dedicada a este tipo de pelis. Si no quieres hacerlo, sigue leyendo esto, porque lo explico mejor.

Para ser una peli chicle además, de lo que ya comenté en el post # 4 #, hacen falta una serie de cosas llamémoslas, 'exteriores'. Las pelis chicle están hechas para chicas. O para chicos confundidos. Son además películas a las que generalmente se las tacha de petardas, y acaban siendo asumidas por el colectivo gay como parte de su imaginario, que ya se ha tragado a todas las cantantes pop femeninas y a buena parte del cine clásico americano, por citar sólo algunos ejemplos. Son películas que apetece ver comiendo palomitas dulces de color rosa, con un batido de fresa y plátano y un chupa chups de kojak para los ratos muertos... Son películas en las que envidias el peinado y los tacones de las protas, sus polvos y sus vidas en general.

Pues bien, Bratz: La película, tiene eso y mucho más. Desde el principio tiene claro que es una película que no debe tomarse en serio a sí misma, y en ningún momento lo hace. Las pizpiretas protagonistas, de nombres híper-modernos y extra-cool (Sasha, Yasmin, Chloe y Jade), son unas catorceañeras con exceso de maquillaje súper-amigas-dela-muerte que comienzan el día hablando a través de sus webcams para decidir que se van a poner, precisamente su primer día en la high school. Cada una tiene un vestidor que ya quisiera la Barbie, esa muñeca diva que sólo sabe hacer pelis en animación 3-D. Pero la jungla que es el instituto separa a las cuatro amigas, que tendrán que poner todo de su parte para recuperar su amistad y demostrar que son mejores que la villana de la película, una arpía rubia con un sospechoso parecido a la Sharpay de HSM (y a la Barbie, dicho sea de paso), y que además, visten mejor que ella.

Lo demás nos lo sabemos de sobra: escenas probándose ropa, coqueteos llenos de tensión sexual con los buenorros del insti (los Bratzboys Cameron y Dylan) que no se consuman delante de las cámaras, mucho petardeo, mucho modelito que hace parecer putillas a estas supuestas adolescentes, mucha canción petarda para amenizar la 'película' y un poco de John Voight con cara de 'coge el dinero y corre'.

Y precisamente por eso es genial esta película, porque sus aspiraciones son nulas. Quiere ser un divertimento para niñas adoradoras de las cabezonas de plástico y parejas gays que no tienen nada mejor que hacer un viernes por la noche. Es tan disparatada, tan petarda, que no hay más remedio que reírse con sus chistes malos, con sus personajes estereotipados y con sus problemas de guardería. Es genial ver una película donde lo más profundo es el agujero del piercing de las protas, donde todo es color rosa (o en su defecto, violeta), y donde al final crees que del techo del cine te van a escupir purpurina.

Y es que en el fondo todos llevamos una Bratz en nuestro interior.

Pero eso es otra historia, que hasta a mí me da vergüenza contar...

lunes, 27 de agosto de 2007

# 5 # 'Eres tú'

Lucas: ¡Peyton! Eres tú.
Peyton: ¿Qué?
Lucas: La persona que quiero a mi lado cuando todos mis sueños se hagan realidad... eres tú. Eres tú, Peyton.

One Tree Hill, episodio 409 “Some You Give Away



Llevo días dándole vueltas a esa última frase. No sé si porque me gustaría oírla, si me gustaría decirla, o simplemente sentirla.

Supongo que todavía hay muchas preguntas a las que no sé dar respuesta.

Y muchas respuestas que me da demasiado miedo afrontar.

sábado, 25 de agosto de 2007

# 4 # No es otro estúpido post sobre series teen y pelis chicle: El comienzo


Si de algo me enorgullezco porque sé precisamente que no debería hacerlo es de tener para algunas cosas los mismos gustos que cuando iba al instituto. Y de todos esos gustos pecaminosos, el más confesable es el de las series y películas teen. Es decir, películas y series que tratan de la fascinantemente compleja vida personal de adolescentes generalmente guapísimos interpretados por actores de segunda que aspiran a hacer papeles de más peso en films 'serios' y que generalmente doblan la edad a los personajes que interpretan.

Las noches de los viernes cuando yo iba a la high school eran noches de comida basura y de pelis destinadas a ser de culto en casa de aquél amigo que se quedaba sólo ese fin de semana. Y ahí que nos íbamos todos, cargados de vhs's del videoclub más cercano, de móviles ultrapesados que nos parecían ultramodernos, de pizzas precocinadas y luciendo nuestras mejores galas made in Pull & Bear & Breska para pasarnos la noche tirados en el suelo esperando que al final Freddie Prinze Jr. besara a la chica o muriera asesinado, una de dos. Luego tocaba algún capítulo de Dawson crece, faltaría más, aunque para entonces la mitad ya estaba dándose el lote y a las andanzas de los criajos del riachuelo les hacía caso un servidor y poco más.

Lo mejor (o lo más triste, según se mire), es que viendo esas pelis uno se creía que sus andanzas adolescentes, sus fiestas, sus amores y sus decepciones eran iguales a las de esos treintañeros que fingían tener 15 años. Y a veces, uno hasta se podía creer que era así...

Y es que yo he tenido la gran suerte de vivir una adolescencia en las que el género teen vivió una edad dorada (lo que me vino genial para tener referentes de todo tipo en los que verme reflejado y hacer así más llevaderos mis traumas adolescentes, como diría en Joey Potter) que dio lugar a títulos inolvidables y que crió a una serie de actores que actualmente pasean sus caras cada vez más envejecidas por las pequeñas y grandes pantallas de todo el mundo. Así que aquí hablaré fundamentalmente de esas pelis y series creadas desde mediados de los noventa hasta principios de 2000, aunque es innegable que el cine teen tiene clásicos desde mucho antes, llámense Porky's, Grease, o Jóvenes ocultos, y que sigue hoy activo gracias los High School Musicals y pelis creadas para Hillary Duff y las gemelas Olsen.

El mundo de las series y películas teen es mucho más variado de lo que uno podría imaginar. Dentro de las películas, las que entrarían claramente dentro del concepto de peli de instituo serían clásicos como Alguien como tú (probablemente la peli teenager más perfecta jamás hecha), Diez razones para odiarte, A por todas o Clueless (Fuera de onda), es decir, comedias románticas adolescentes. Pero luego están las pelis de terror teen, de las que los máximos exponentes serían Scream y Sé lo que hicisteis el último verano. Otro subgénero sería el drama teenager, con ilustres ejemplos como esa obra maestra llamada Crueles intenciones o las lacrimógenas Un paseo para recordad y Aquí en la tierra. Y finalmente las comedias o parodias, como American Pie, No es otra estúpida película americana o la inigualable Chicas malas.

Aquí cabe hacer una nueva puntualización. Dentro del cine teen en particular, hay aún otro subgénero más: las denominadas películas chicle. Las películas chicle son esas películas que cuando piensas en ellas, parece que la imagen es rosa. Estas películas casi siempre tienen por protagonista a una actriz monilla que también es cantante (o que canta en algún momento de la película), la relación amorosa es secundaria y muy casta, el chico 'protagonista' es un segundón sin personalidad pero que no puede estar más tremendo, hay una mala muy mala (o en su defecto un malo muy mala) y el final feliz viene a reivindicar el girl-power. A este género pertenecen muchas de las ya mencionadas, como Clueless y Chicas malas, pero también otras muchas que se escapan del concepto de peli teenager, como son El bar Coyote y sobretodo la película chicle por excelencia (con el permiso de las Bratz): Una rubia muy legal.

Las series teen podrían dividirse básicamente en tres subgéneros: comedias del estilo Salvados por la campana; series de ciencia ficción, siendo la estrella Buffy Cazavampiros, y con secuelas tan ilustres como Roswell o Smallville; y sobretodo dramas (es decir, culebrones), de los que el principal exponente (precisamente por la repercusión que ha tenido en el resto de series y películas adolescentes o con adolescentes) es Dawson crece, la serie de la que beben o bebieron One tree Hill, Felicity, The O.C., Life as we know it o la reciente Friday night lights.

Si la comedia romántica es el terreno donde el cine teen se ha sabido mover mejor, es el drama donde la televisión ha sabido encontrar su lugar para mostrar la angustia existencial de una juventud que ha perdido su rumbo, probablemente porque el sencillo esquma de chic@ conoce y pierde a chic@ que caracteriza a toda comedia romántica es fácilmente extrapolable a cualquier historia adolescente, mientras que la serialización a la que obliga la tv se lleva mejor con esos dramas de historias más grandes que la vida, llenas de embarazos, accidentes de coche, alcohol, drogas y conversaciones transcedentales llenas de demagogia.

Pero eso es adelantar acontecimientos. Lo que pretendo aquí no es hacer el estudio definitivo sobre el cine adololescente, ni sobre las herederas de Dawson, ni hacer leña de las estrellas caídas del firmamento de los eternamente jóvenes, sino simplemente exponer, cuando me aburra y no tenga otra cosa mejor que hacer, mis opiniones sobre este tipo de productos, que he de admitir que me fascinan, porque cuanto más falsos intentan ser, más se aproximan a la realidad.

Próximamente, una crítica en profundidad de todo lo mejor (porque no hay nada peor) de ese nuevo clásico del cine chicle llamado Bratz: la película.

Que Elle Woods me pille confesao...

martes, 21 de agosto de 2007

# 3 # I (HEART) Madrid

'...pero siempre hay un vuelo de regreso a Madrid'

Yo me bajo en Atocha - Sabina


Hay días atípicamente perfectos. Días en los que el aburrimiento parece estar planeado de antemano, en los que sabes que nada especial va a ocurrir, en los que estás seguro de que volverás a casa siendo la misma persona que salió de la puerta por la mañana.

Hoy ha sido un día de madrugones, de horas extras, de comer poco, de salir tarde. Un día pasado por cafeína y por frío estival.

Pero también ha sido un día de inspiración, de ratos para pensar. De cafeína compartida, de risas y de charlas. De confidencias, de proyectos, y de sesiones de cine a media tarde. Un día de reencuentros, de amistades, de comenzar a echar de menos. Supongo que para mí es especial pasearme por Madrid en pleno agosto agarrado a mi sudadera, escuchando el Open your eyes de Alter Bridge, creando e imaginando, escribiendo y siendo interrumpido, despidiéndome, y contemplando en soledad la belleza de una ciudad que en estos días siento sólo como un hogar de acogida, como si lo que he vivido aquí hubiera sido sólo tiempo prestado. Supongo que para mí es especial pasearme por Madrid agarrado a mi melancolía.

Porque hay días en los que no necesitas ser Carrie, ni Dawson; días en los que ser uno mismo basta. Días en los que estar vivo y disfrutar de todo esto es un motivo más que suficiente para ser feliz.


Y ser consciente de ello... bueno, es lo máximo a lo que se puede aspirar.

sábado, 11 de agosto de 2007

# 2 # Yo quiero ser Carrie Bradshaw



'Nueva York era un espacio inagotable, un laberinto de interminables pasos, y por muy lejos que fuera, por muy bien que llegase a conocer sus barrios y calles, siempre le dejaba la sensación de estar perdido. Perdido no sólo en la ciudad, sino también dentro de sí mismo.'

P. Auster. Ciudad de Cristal



Yo siempre he querido ser Carrie Bradshaw. Muy en el fondo, por eso acabé haciéndome este blog, porque mola mucho sentarme delante el portátil y ponerme a escribir lo que se me ocurre, como si fuera la rubia neoyorkina. Me lo pongo encima de la cama y comienzo a escribir y soy feliz. Para algunas cosas soy muy fácil de contentar.

El jueves lo pasé en Salamanca con mi amiga Patri. Hicimos un recorrido exprés por la ciudad, nos pusimos ciegos a cerveza, nos fumamos dos paquetes de tabaco en poco tiempo y fotografiamos como dos frikis esa maravilla que es el Zara Salmantino, porque ninguno de los dos sabemos ir de turismo sin ver algún Zara. Patri y yo somos así.

Patri, para mí, sí que es como Carrie Bradshaw: guapa, lista y con estilo. La figura y la melena leonina también le ayudan. Ah, y tiene un míster Big (al que tampoco llama por su verdadero nombre), aunque no es tan Big, y lo flipa con la ropa (y consigue vestir mejor aunque con una milésima parte del presupuesto de la Bradshaw), aunque ella prefiera las manoletinas del Blanco a los Manolos. Baila igual que ella, se le parece en los gestos, en las frases, y en la actitud ante la vida. Patri es bajita, y abrazarla o pasarle el brazo por los hombros es darte cuenta de lo que te pierdes por no estar con ella. Más que nada, porque Patri-Carrie, además de ser adorable, es abarcable. Pero eso no es lo que yo busco. De hecho, busco todo lo contrario...

Salamanca ha sido una excursión de relax. Un par de días que me han venido genial antes de comenzar a estudiar para el examen que me espera dentro de un mes. Entre cervezas la Patri y yo nos creíamos Carrie y cía comentando jugarretas sexuales y confesándonos historias de amor pasadas y presentes. Patri será una buena esposa y madre algún día, pero a día de hoy represnta a la perfección lo que una veinteañera con clase debe ser. Sobra decir que la quiero, que la adoro, que no sé qué habría sido este año de mí sin su compáñia, y que me casaría con ella y la haría la mujer más feliz del mundo si no hubiera un millón de cosas que nos lo impiden. Pero secretamente también la envidio, ella se parece más a la Bradshaw de lo que yo me pareceré jamás.

En Salamanca también me encontré con Débora, una amiga a la que conocí hace ya tres años en un campo de trabajo en el que nos pasábamos el día creyendo que ayudábamos a reconstruir un campo abandonado, y las noches tirados en una iglesia reconvertida en zona de botellón. Fueron noches con sabor a negrita, donde me cansé de jugar a la pirámide, y en las que dije adiós a los últimos vestigios de masculinidad. La cuestión es que Débora fue una de mis grandes amigas de allí, y sigue siendo una persona a la que ni quiero ni puedo sacar de mi vida. Podemos pasarnos seis meses sin saber el uno del otro, pero cuando nos reencontramos parece que tomemos café a diario. Tiene una vitalidad a prueba de bombas, y unas ganas de vivir y de hacer cosas que ya quisiéramos muchos. A Débora no la puedo comparar con Carrie, porque cuando la hicieron rompieron el molde. Pero está claro que algún día convertiré a Débora en un personaje protagonista, no sé si de una serie, de una novela o de una actualización en un blog. Porque de este post no es la prota.

Débora me puso al día de su envidiablemente bohemia vida, me dio direcciones para ver cositas del voluntariado brasileño y me puso al día de doctorados, becas y otras cosas del montón. Me prometió, como todos, una visita a Londres, y a Deb la creo, porque a la niña le encanta viajar y siempre cumple lo que promete.

Con Débora, Patri y el primo de ésta nos recorrimos una Salamanca prácticamente vacía, aunque había guiris para aburrir, y sobretodo unos brasileños que parecían los primos de Gisselle, y que quizá lo fueran. Salamanca tiene que ser un sitio genial para ir durante el curso, porque con la cantidad de gente que hay en tan poco espacio si tienes un poco de cara y eres medio mono seguro que mojas. Y si vas en plan pareja, es un sitio perfecto para pasear. O a lo mejor soy solo yo, que me encantan las calles estrechas y las ciudades con sabor medieval. Y es que Salamanca no es Nueva York, ni falta que le hace, porque tiene ese aire de ciudad pequeña (es decir, sabor a pueblo pero con MacDonald's y tiendas de Inditex) que hace que te atrape y que te den ganas de quedarte en ella. Así que la apunto en mi lista para cuando me canse de Madrid, Londres o Berlín, y busque algo más de tranquilidad. En esa lista hasta ahora sólo estaba Granada, por motivos muy diferentes. Lo peor es que no me imagino a Carrie yéndose de New York a Hartford, o a New Haven. Supongo que ése es otro de los motivos por los que nunca podré ser como ella.


Y es que a mí me gustaría ser como Carrie Bradshaw, pero me parece que me he quedado en Chandler Bing.

martes, 7 de agosto de 2007

# 1 # Para empezar... diré que es el final

No es fácil comenzar a escribir un blog. Las primeras palabras, miradas en perspectiva, siempre resultarán ridículas, o cuanto menos, demasiado inocentes. Pero al menos sirven para romper el hielo.

Si no hay nada más interesante que decir, si no hay palabras que luchen por salir de mi mente, ¿por qué entonces me decido ahora a darles forma? Supongo que porque necesito aferrarme a algo. Volver a ser constante. Y porque me encuentro en una etapa de mi vida en la que necesito dar un sentido y un orden a todo lo que me ocurre.
Dentro de unas semanas abandonaré Madrid, la ciudad que me ha acogido durante los últimos cinco años, con un destino que lleva rondando por mi cabeza desde que era un adolescente, desde mucho antes incluso de que Madrid fuese una posibilidad realista. El otoño Londinense, al que he idealizado gracias al visionado de muchos films que tienen tanto de verdad como queramos creer, me espera con sus fríos brazos abiertos, y todo mi mundo, la vida que conozco, quedará en suspenso durante un tiempo indefinido, hasta que me decida a encontrar eso que no sé que estoy buscando.

Todo el mundo me hace las mismas preguntas: ¿por qué Londres? ¿Por qué ahora? Y cada vez que me las hago a mí mismo, me vienen a la cabeza nuevas respuestas, aunque eso no signifique siempre que sean más convincentes. Con una carrera dando los últimos coletazos, pero con una experiencia laboral escasa y, sobretodo, con una formación académica que deja bastante que desear, una temporada alejado de lo que ha sido mi vida los últimos años parece la opción más inteligente, antes de dar un paso en falso y verme atado a un trabajo que en realidad no me gusta, o volver a gastarme un dinero que no tengo buscando ampliar mis conocimientos, para descubrir luego que el dinero no es capaz de pagar nada de eso. Y ahora parece ser el único momento adecuado para hacerlo.

Y sí, porqué no admitirlo, supongo que en el fondo hay muchas cosas de esta ciudad de las que necesito huir, de las que necesito alejarme, y puede que el mejor escondite sea esa ciudad en la que llevo años pensando como si fuese una sueño inalcanzable. Siempre he pensado que un lugar nunca puede ser un sueño a alcanzar, pues una vez que uno está allí el sueño pierde su sentido, y con ello la magia de soñar.

Hace tiempo que perdí la ilusión, que perdí mi camino, y que no encuentro en nada las ganas de hacer cosas y de superarme a mí mismo que creía que nunca me abandonarían.Quizá sea una temporada fuera lo que necesito para ser consciente de todo lo que tengo, y de lo que me arriesgo a perder si no cambio. O quizá el simple hecho de echar de menos sea suficiente para darme cuenta de donde está mi sitio.

En cualquier caso, llega el momento de los finales. De adioses que se venían venir, y de despedidas que espero que tengan sabor de 'hasta luego'. Pero también comienzan muchas cosas, algunas de las cuales jamás creí que pudieran hacerse realidad. Llega el momento de volver a creer en mí mismo, de empezar de cero de nuevo.
Y como ya dije una vez, eso me asusta... pero me encanta.