Vivimos un momento extraño. Las camisas de leñador han vuelto, las mallas ahora se llaman leggings y se usan como pantalones y esas incómodas prótesis llamadas gafas son un complemento de moda que cuánto más grande es, más cool se consideran. Por suerte, hay una tienda por la que no pasan los años ya que sus colecciones, sus productos, sus fragancias, son exactamente iguales año tras año: Abercrombie & Fitch. La marca americana abrirá finalmente una sucursal en nuestro país, antes de finalizar el año, en el Palacio de las Aguas de Sevilla, situado en el ultra-pijo barrio madrileño de Salamana, lo que viene a ser una declaración de intenciones del público al que la marca pretende amarrar, y de la imagen que de ella quiere que tengan los consumidores. Los planes incluyen además la apertura de otra tienda en Barcelona, concretamente en el Paseo de Gracia, y la apertura de varias sucursales de Hollister, la hermana pequeña de A&F, ubicadas en los principales centros comerciales de la geografía española. La noticia es todo un regalo para los amantes de los vaqueros overpriced, aunque lo cierto es que nos espera un empacho de sudaderas de con el anagrama A&F y polos con el famoso reno bordado. Lo que yo me pregunto es qué se pondrán ahora los pijos madrileños para distinguirse del resto de los mortales, y cuánto tardarán las modernas en retirar de sus armarios las camisas de leñador que A&F hace de manera masiva para contentar a sus consumidores que esperan año tras año una colección más aburrida que la anterior. Menos mal que en estos momentos extraños, hay cosas que no cambian...
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