Cualquier excusa es buena para echarse a la calle, cámara de fotos en mano, y ver cómo la gente se quita la ropa. Da igual que se deba a que España ha ganado la Eurocopa de fútbol o a que se celebre el Pride Londinense. Y es que cada vez creo más lo de 'Hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual...'

Podría hacer una crónica apasionada sobre lo que han sido dos días que pasarán a la historia mateísta por la indecente cantidad de cerveza que hice engullir a mi garganta y por la cantidad de gilipolleces que hice, dije o ayudé a hacer. Como sabe todo el universo conocico España es campeona y aquí uno que cuando sale de su tierra se vuelve aficonado al furbol no se perdió ni uno de los partidos que nuestra atractiva selección disputó contra equipuchos del resto de europa. La verdad es que los partidos eran una excusa para arrejuntarnos cada vez más y más gente para beber, fumar (el rollo de siempre) y pelearnos con los aficonados de esas selecciones a los que Villa y Cía acababan vapuleando. Así que el pasado domingo no había excusa que valiera y tocaba pintarse la barba de pintalabios Channel Rojo Nueva York y salir a la calle con el orgullo español a flor de piel.
No se puede describir con palabras ni se puede apreciar en las instantáneas lo que fue esa noche por el centro de Londres, con hordas de españoles celebrando la victoria en Picadilly Circus primero y en Trafalgar Square después. Y es que no hay cosa más surrealista que estar entonando cantos patrióticos afónico perdido enfrente a la estatua de Nelson junto a una ex-triunfita con un piti en la mano y vistiendo una camiseta de Torres...
El 'otro' Orgullo (llamémosle por su nombre: Pride), celebrado ayer sábado, fue otro cantar. Después de tres años de vivir en Madrid una fiesta en la que tenía puestas unas enormes expectativas pero que al final siempre estaban llenas de dramas e historias para no dormir (aunque eso sí, siempre en compañía de buenos o mejores amigos y de mucho alcohol y nada de hielo), fue un alivio vivir por fin un Pride sin rupturas, sin despedidas, sin comas etílicos y sin currar.
Aquí el Orgullo mola porque no te conoce ni pirri y si te encuentras a un conocido es casi seguro que te cae bien, porque en nueve meses aún no he tenido tiempo de echarme enemigos (pero al tiempo!), así que puedes ir a tu bola, hacer lo que te salga del nabo y si te he visto 'I don't remember'. La media de belleza eso sí es muy inferior a la del homólogo madrileño, y yo no dejaba de preguntarme dónde coño estaba la belleza rubia del país que engendró a Vivien Leigh y Jude Law, porque exceptuando a las musculocas y a las mariliendres, todo el mundo parecía descendiente de la misma familia real.
El año que viene creo que me iré a sentirme orgulloso a Berlín o algo así para tener un tercer punto de vista. Para que luego digan que no soy objetivo.