Antes de nada, quiero hacer una pequeña aclaración. No me gustan las críticas. Ni los críticos. No creo en los ránkings de las mejores películas de la historia, ni del año, ni de la semana. Las películas consideradas hoy como 'basura cinematográfica' serán mañana películas de culto, y se dirá de ellas que se adelantaron a su época, o que no fueron comprendidas como deberían. Digo ésto porque yo mido las películas por la capacidad que tienen para entretenerme y/o para emocionarme, y en ese sentido me da igual que sean películas dirigidas por Orson Welles o protagonizadas por Julia Roberts: en el cine hay basura, hay obras maestras y hay cosas que no son ni lo uno ni lo otro. Y a mí, mientras me hagan olvidarme de todo durante 90 minutos, tanto me da lo que digan los 'entendidos'. Ahora, al tema.
Me confieso un gran fan de los musicales, tanto de los espectáculos musicales como de las películas de género. Así que a priori parecía fácil que una película como Hairspray me gustase. Pero lo que no esperaba es que me gustase tanto. Lo peor de ver un musical, a priori, puede ser que si no conoces las canciones, éstas te acaben aburriendo. Cuando vemos Grease o Sonrisas y lágrimas jugamos sobre seguro: nos gustan unos números musicales, nos aburren otros, y el mando del dvd nos permite recrearnos en los primeros y pasar de los segundos. Yo fui a ver Hairspray totalmente virgen: conocía la historia que contaba la película y el proceso de creación de la misma, pero a parte de lo visto en el trailer no había oído una sola nota de la banda sonora. Y mejor, porque me esperaba un universo fascinante por descubrir.Las canciones son geniales, sin excepción, desde el principio hasta las de los créditos finales. Me quedo evidentemente con el You can't stop the beat, ese temazo que cierra apoteósicamente el film y que actualmente quema mi iPod, una canción que tiene que ser una gozada verla interpretada en directo, y cuya puesta en escena en la película es de sobresaliente. Pero hay otros números bestiales, como el pegadizo Good morning Baltimore o el divertidísimo I can hear the bells (no pude reírme más con esta canción), Welcome To The 60's... es uno de los pocos musicales en los que me gustan todas las canciones, todas tienen su hueco, su sentido, y ayudan a hacer avanzar la trama o ayudan a desarrollar los personajes.
Los actores están inmensos: la Pfeiffer lo borda como mala malísima, racista y ligera de cascos; Travolta se sale como mujer de mediana edad de la talla 54; Queen Latifah lo hace mucho mejor que en Chicago; Nikki Blonsky ya tiene ganado su puesto en la ceremonia de los Oscar de este año; Amanda Bynes demuestra que puede hacer de rubia tonta la mar de bien; mi adorado Zac Efron gesticula algo más que en las 2 High School Musical's; Elijah Kelly y su voz son dos elementos a los que seguir la pista; y James Marsden se revela bajo mi punto de vista como lo mejor de la peli, en un papel secundario que demuestra no sólo las dotes de comediante de este muchachote, sino que además tiene una voz y una pose que recuerda a los actores de otro tiempo, un tiempo en que el cine hacía más Hairsprays y menos mierda. Con esta cinta, el cine vuelve a demostrar que el musical es probablemente el género donde mejor se explota lo que todo lo que puede ofrecer el séptimo arte, y cómo si las cosas se hacen bien el público responde. ¿Que es difícil creer esta típica historia del patito gordo? ¿Que es superficial, kitsch y muy marica? ¿Que es una típica peli-chicle? Sí, eso es lo que dirán muchos. Para mí, es lo mejor de todo...
Hairspray es una película blanca, de argumento previsible, con un mensaje manido (pero no por ello innecesario) y digestión fácil. Una película políticamente correcta, sin grandes innovaciones técnicas, pero que se deja ver en todo momento con una sonrisa en los labios, y que como todo buen musical hace que te entren ganas de levantarte de la butaca y ponerte a hacer piruetas en medio de la sala. Y es que quizá no tiene la capacidad de sorprender de Moulin Rouge! ni las ínfulas de Chicago o de Dreamgirls, y es ahí posiblemente donde encuentra su fuerza: es una película hecha para entretener, para divertir, con un aire de las películas que se hacían antes, y donde parece que todos y cada uno de los que han intervenido en su creación se lo han pasado de puta madre. Y en los tiempos que corren, ver una película que busca agradar a todo el público independientemente de edades o creencias, y que consigue covertirse en un espectáculo con mayúsculas sin pretenderlo es mucho más de lo que consiguen la mayoría de las películas pseudo intelectuales y las grandes superproducciones. Hairspray está llamada a ser un clásico. Y si no, al tiempo.
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