'No era algo lógico... era amor'
Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) en Sexo en Nueva York
Han hecho falta dos visionados (y los que quedan) para poder sentarme a escribir sobre la que para mí era la película más esperada del año. Sexo en Nueva York ya es historia del cine, y Carrie Bradshaw es ya le heroína romántica más cool del séptimo arte.
La película tiene todo, absolutamente todo lo que un fan de la serie de televisión podría esperar: humor, amor, moda (mucha, mucha moda), sexo, panorámicas de Nueva York y Mr. Big. Justamente los ingredientes que convirtieron a la serie en un fenómeno (que no un éxito), y que se repiten aquí con toda la majestuosidad que aporta la pantalla de cine.


Como ya he dicho, la película cuenta con unos cuantos momentos románticos increíbles, aunque también hay otros simplemente para partirse la caja, para llorar a moco tendido o para babear sin parar. De los primeros, para mí el más increíble (aunque sobretodo en el tramo final del film hay como diez minutos de no parar de decir 'ohhhhhhh') es la declaración final de Big a Carrie, cuando dentro del armario que ha construido para ella le suelta eso de 'Carrie Bradshaw, amor de mi vida, ¿quieres casarte conmigo?', y en vez de anillo le da unos Manolos carísimos al más puto estilo Cenicienta. Luego están los momentos de partirse, como el momento en el que Charlotte se caga en los pantalones (cierto como la vida misma)o la misma Charlotte 'andando'enfadadísima con un modelazo de dama de honor; para echar una lagrimita, el más emocionante es cuando Carrie se recorre medio Nueva York en plena Nochevieja para ir hasta el apartamento de Miranda y decirle que no está sola. Y para babear cualquiera que te muestra lo rica que es esta pandilla de cuarentonas y qué bien viven: sin trabajar en ningún momento de la película, comprándose modelazos carísimos y bolsos que cuestan una millonada y llevándose al catre a tíos que: o están muy buenos o son muy ricos o están enamorados de tí como putos perros en celo. Aunque creo que el momento en el que todo el puto público se queda con la boca abierta es cuando se muestra el armario del tamaño de una cancha de fútbol que Big construye a Carrie. Envidia pura y dura.

Hay muchas cosas que podría decir de esta película, y muchas cosas que se le criticarán. Pero siempre me quedaré con esa sensación de que estamos ante el cuento de hadas de principios de siglo, ante una película que al mismo tiempo aporta una visión cínica e increíblemente romántica sobre el amor y las relaciones; que no se cansa de decir que el amor perfecto y el 'felices para siempre' no existen pero que al mismo tiempo convierte ese amor y esa felicidad en su leitmotiv.
Y sí, muchas veces he dicho que quiero ser Carrie Bradshaw. Pero estoy empezando a pensar que quizá pueda ser Mr. Big.